Podría ser el título de un cuento de Rumi, pero os voy a hablar de mi amigo Fernando, de qué tienen que ver las palabras con las sandias, los filósofos con los hortelanos.

El caso es que en los encuentros con Fernando y familia nunca faltan dos cosas: la charla y la comida. La charla extensa, sobre cosas del día a día que acaban derivando en cuestiones cuasi filosóficas (sí, ambos admiramos a Bellavista). La comida siempre deliciosa (ummm, fideuá de Godelieve…)

Pero él las palabras no solo las dice, o las escucha, o las escribe. También las dibuja en abigarradas caligrafías. Podéis verlas en su blog ferdinandusscripsit, muchas de ellas con motivos o místicas vegetales, como la del post  As Above, So Below. Como arriba es abajo.

En el cielo las palabras, en la tierra las sandías. Me lo demuestra enviándome las fotos de un melón y una sandía de los huertos de la familia: “El melón de marras pesaba 7,5 kg, pero es que la sandía hacía algo más de 15,5. Del melón aún no puedo decirte nada, pero la sandía está de muerte. El único problema ha sido el de la logística, porque tuvimos que hacerla tres trozos para poder guardarla en el frigorífico una vez abierta. Esta vez no ha podido ser, lo sentimos, compartiremos otras cosas.”

Y así siempre, pasamos sin conflicto de una frase de Hermes Trimegistro, al “qué bueno está este melón”. En ambos casos, palabras mayores.