Es una clave fundamental a la hora de escoger la ubicación de un huerto. Para mí es fundamental que el agua sea constante, se pueda acumular y, si es posible, sea gratis. Eso puede exigir instalar tubos, canaletas, bombas, depósitos o recipientes, pero es la mejor inversión que puedes hacer.
Los sistemas con mangueras de riego por goteo o por exudación (bastante más caras, pero a valorar para un huerto en terraza) permiten una economía de agua muy importante. Olvida aquellos sistemas del abuelo, en que el agua corría alegremente por el surco, dando a las plantas un día de fiesta y varios de sed.
El arte del riego, el saber cuándo y cuánto regar, se aprende con el tiempo, observando cómo funciona tu tierra y qué quiere cada tipo de planta. En primavera y otoño, salvo en semanas lluviosas, las plantas necesitan riego cada dos o tres días. Mientras que en verano el riego debe ser como mínimo diario. Para esto los programadores de riego son fantásticos, aunque has de vigilar qué modelo escoges en función
de la presión de agua de que vayas a disponer; bastantes programadores de jardinería no funcionan cuando el agua cae a peso desde un depósito.
Si acolchas el terreno con paja, hojas u otros restos vegetales, conseguirás mantener la humedad del suelo y evitar la proliferación de hierbas indeseadas entre tus plantas. Valora la necesidad de acolchar o no en primavera porque, cada vez estoy más convencido, a bastantes plantas además de la luz les gusta el calor en el suelo y el uso de acolchados retarda su crecimiento innecesariamente.